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Liderazgo(s) femenino(s) en política

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Liderazgo(s) femenino(s) en política

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Reproducimos, por su interés, el artículo publicado por Beatriz del Hoyo, Pilar Calvo, Carmen Ibarlucea y Rosalba Fonteriz, sobre liderazgo femenino en política. Haga clic aquí para acceder la fuente de este artículo. 

Mucho se ha hablado del liderazgo femenino en política, así en singular, y poco se ha debatido sobre la feminización de la política en los partidos del cambio.

A menudo, señalamos una a una a las mujeres que se han hecho un hueco visible en las guerras intestinas que suponen los partidos políticos, y damos por hecho que cuando consiguen salir victoriosas el objetivo se ha conseguido. Se ha creído durante mucho tiempo que en eso consistía fundamentalmente la feminización de la política, en que la cabeza reconocible tras unas siglas, tenga nombre de mujer. Desde luego hay mucho más, pero sigamos con el tema de los liderazgos.

Quienes escribimos somos parte de un proyecto político transformador, tan nuevo aún que no ha perdido su plasticidad y es matriz que acoge nuevas propuestas relacionales. En nuestra organización, que partió rompiendo con la visión de la persona única liderando y dio el paso hacia la coportavocía paritaria que permite ser un mejor reflejo de la sociedad donde las mujeres somos algo más del 50%, a día de hoy se nos queda corto.

El ecofeminismo destaca ese apoyo mutuo entre mujeres compañeras, diversas y valiosas con capacidad de liderar proyectos, partidos, movimientos sociales y políticas de cambio gracias a la sororidad, ese elemento de resistencia que nos ha permitido salvaguardar nuestra autoestima pese al patriarcado.

La prensa generalista habla poco del cambio de modelo político, no logra entender la propuesta profundamente transformadora que hay en las candidaturas paritarias, en el 50+ y en la red de apoyo mutuo que tejemos nosotras al negarnos a competir, siendo éste el verdadero cambio de modelo social que estamos reclamando.

Hasta ahora las mujeres hemos sido cimiento en la construcción de propuestas o de movimientos, y sin ese trabajo callado y constante de tantas mujeres en las organizaciones políticas difícilmente se hubieran sustentado esas construcciones al servicio de la ciudadanía.

Sin embargo, desde la gratitud y el reconocimiento a nuestras compañeras que vinieron antes, ha llegado el momento de dar fruto colectivo, de romper esa imagen de mujeres muleta o apéndice de otras personas, ya sean hombres o mujeres, que nos obliga a una sororidad que nos relega a puestos secundarios. Feminizar la política es sembrar y cuidar este apoyo mutuo que se da entre quienes compartimos una realidad que aún hoy es hostil a nuestra presencia con relevancia. Por eso el liderazgo femenino se ejerce a favor de las compañeras, para no deforestar este bosque de sororidad que hemos sembrado, borrando todo atisbo de rivalidad entre nosotras, siendo al mismo tiempo presente y futuro.

Estamos seguras de que fomentar el liderazgo colectivo, empoderando la pluralidad no supone debilidad o inestabilidad, en absoluto (los criterios que asumimos, consustanciales a los liderazgos, también deberían ser revisados). supone más bien una sinergia favorable que fortalece a las organizaciones que tienen como horizonte un verdadero cambio de modelo.

La horizontalidad, la equidad, la participación, la transparencia, son valores que defendemos y que nos señalan el camino. Y somos las mujeres, las recién llegadas, las silenciadas, las que hacemos brotar desde nuestro conocimiento de la discriminación, las herramientas y los modos que van a propiciar el cambio.

Queremos marcar senderos donde no existan hostilidades cuando se trate de plantear modelos de hegemonía política o social. No sirve con las propuestas, hemos de ser consecuentes en las prácticas y en los compromisos. Queremos dar un paso más allá de la paridad, abrir espacios, construir juntas alternativas de liderazgos más democráticos.

Estamos seguras, si nos damos espacio, cabemos todas. 

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Reproducimos, por su interés, el artículo publicado por Beatriz del Hoyo, Pilar Calvo, Carmen Ibarlucea y Rosalba Fonteriz, sobre liderazgo femenino en política. Haga clic aquí para acceder la fuente de este artículo. 

Mucho se ha hablado del liderazgo femenino en política, así en singular, y poco se ha debatido sobre la feminización de la política en los partidos del cambio.

A menudo, señalamos una a una a las mujeres que se han hecho un hueco visible en las guerras intestinas que suponen los partidos políticos, y damos por hecho que cuando consiguen salir victoriosas el objetivo se ha conseguido. Se ha creído durante mucho tiempo que en eso consistía fundamentalmente la feminización de la política, en que la cabeza reconocible tras unas siglas, tenga nombre de mujer. Desde luego hay mucho más, pero sigamos con el tema de los liderazgos.

Quienes escribimos somos parte de un proyecto político transformador, tan nuevo aún que no ha perdido su plasticidad y es matriz que acoge nuevas propuestas relacionales. En nuestra organización, que partió rompiendo con la visión de la persona única liderando y dio el paso hacia la coportavocía paritaria que permite ser un mejor reflejo de la sociedad donde las mujeres somos algo más del 50%, a día de hoy se nos queda corto.

El ecofeminismo destaca ese apoyo mutuo entre mujeres compañeras, diversas y valiosas con capacidad de liderar proyectos, partidos, movimientos sociales y políticas de cambio gracias a la sororidad, ese elemento de resistencia que nos ha permitido salvaguardar nuestra autoestima pese al patriarcado.

La prensa generalista habla poco del cambio de modelo político, no logra entender la propuesta profundamente transformadora que hay en las candidaturas paritarias, en el 50+ y en la red de apoyo mutuo que tejemos nosotras al negarnos a competir, siendo éste el verdadero cambio de modelo social que estamos reclamando.

Hasta ahora las mujeres hemos sido cimiento en la construcción de propuestas o de movimientos, y sin ese trabajo callado y constante de tantas mujeres en las organizaciones políticas difícilmente se hubieran sustentado esas construcciones al servicio de la ciudadanía.

Sin embargo, desde la gratitud y el reconocimiento a nuestras compañeras que vinieron antes, ha llegado el momento de dar fruto colectivo, de romper esa imagen de mujeres muleta o apéndice de otras personas, ya sean hombres o mujeres, que nos obliga a una sororidad que nos relega a puestos secundarios. Feminizar la política es sembrar y cuidar este apoyo mutuo que se da entre quienes compartimos una realidad que aún hoy es hostil a nuestra presencia con relevancia. Por eso el liderazgo femenino se ejerce a favor de las compañeras, para no deforestar este bosque de sororidad que hemos sembrado, borrando todo atisbo de rivalidad entre nosotras, siendo al mismo tiempo presente y futuro.

Estamos seguras de que fomentar el liderazgo colectivo, empoderando la pluralidad no supone debilidad o inestabilidad, en absoluto (los criterios que asumimos, consustanciales a los liderazgos, también deberían ser revisados). supone más bien una sinergia favorable que fortalece a las organizaciones que tienen como horizonte un verdadero cambio de modelo.

La horizontalidad, la equidad, la participación, la transparencia, son valores que defendemos y que nos señalan el camino. Y somos las mujeres, las recién llegadas, las silenciadas, las que hacemos brotar desde nuestro conocimiento de la discriminación, las herramientas y los modos que van a propiciar el cambio.

Queremos marcar senderos donde no existan hostilidades cuando se trate de plantear modelos de hegemonía política o social. No sirve con las propuestas, hemos de ser consecuentes en las prácticas y en los compromisos. Queremos dar un paso más allá de la paridad, abrir espacios, construir juntas alternativas de liderazgos más democráticos.

Estamos seguras, si nos damos espacio, cabemos todas. 

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