El autor repasa el papel de algunos liderazgos femeninos en la política australiana y aporta resultados de un estudio reciente sobre la discriminación a las mujeres en la selección de candidaturas parlamentarias.
Una de las cosas que me sorprendió cuando llegué a Australia en 2013 fue la negatividad y la virulencia con la que se hablaba de la primera ministra del momento, Julia Gillard. Había visto sexismo en política en otros lugares, como en España -baste recordar las funestas declaraciones de un alcalde de Valladolid sobre la ministra Leire Pajín-, México o los Estados Unidos. Pero el caso de Gillard me llamó la atención por varias razones.
En primer lugar, Gillard llevaba mucho tiempo en política: entró en el Parlamento en 1998 habiéndose trabajado y ganado su escaño en un sistema político en que, a diferencia de España -en donde utilizamos listas electorales-, en cada distrito solo puede haber un candidato de cada partido.
Haga clic aquí para leer el artículo completo por elDiario.es, el 30 de marzo de 2022.