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Palabras de Carmen Moreno, Secretaria Ejecutiva de la CIM, en el Encuentro "Mujeres Cancilleres de las Américas: Perspectivas para el empoderamiento de la mujer en las Américas"

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Palabras de Carmen Moreno, Secretaria Ejecutiva de la CIM, en el Encuentro "Mujeres Cancilleres de las Américas: Perspectivas para el empoderamiento de la mujer en las Américas"

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Estas son las palabras de Carmen Moreno, Secretaria Ejecutiva de la Comisión Interamericana de Mujeres, en el Encuentro “Mujeres Cancilleres de las Américas: Perspectivas para el empoderamiento de la mujer en las Américas”. El encuentro se celebró el martes 14 de junio en Santo Domingo. 

“Entre otros acuerdos, la Carta Democrática Interamericana reconoce la importancia de la plena e igualitaria participación de las mujeres en las estructuras políticas de sus respectivos países como elemento fundamental para la promoción de la democracia. En este sentido, el estado del ejercicio de los derechos políticos de las mujeres de las Américas, en toda su diversidad, es un termómetro de la legitimidad, calidad y efectividad de la democracia y la gobernabilidad en las Américas.  La legitimidad de la democracia depende de la capacidad de las instituciones públicas de generar las condiciones para la plena ciudadanía integral de las mujeres – es decir el ejercicio sustantivo de sus derechos en condiciones de igualdad y no discriminación.  

Las cifras dan cuenta del grado de exclusión de las mujeres en la vida política y en particular de los cargos de poder y de toma de decisiones político: en ningún país de las Américas las mujeres ocupan un tercio de los cargos -simultáneamente- en las más altas instancias de los tres poderes del Estado: legislativo, ejecutivo y judicial. Una mirada amplia a las cifras sobre la participación, y en particular el liderazgo, de las mujeres en la vida política en presidencias, gabinetes ministeriales, altas instancias del poder judicial, cortes electorales, partidos políticos, empresas públicas, sindicatos, etc. nos señala que el espacio público – y por ende los procesos de formulación, implementación y seguimiento de las políticas públicas – continúa siendo un ámbito predominantemente masculino.  

Como destacó la Presidenta Bachelet el año pasado en el Foro “Las Mujeres en el Poder y la Toma de Decisiones: Construyendo un Mundo Diferente,” cuando una mujer llega a la política, cambia esa mujer. Pero cuando llegan muchas mujeres, cambian la política.  El Llamado a la Acción de este Foro destacó que, “Al ritmo del progreso actual, se necesitarán 81 años para lograr la paridad de género en el lugar de trabajo, más de 75 años para alcanzar igual remuneración entre hombres y mujeres por el mismo trabajo realizado; y más de 30 años para lograr el equilibrio entre mujeres y hombres en los puestos de toma de decisión.” 

Si pretendemos que el siglo 21 sea de las mujeres, no podemos esperar otros 80 años para lograr la paridad. La ausencia de las mujeres de los puestos de toma de decisión no es una debilidad meramente simbólica. Existe ya amplia evidencia de que las economías de los países con mayores niveles de igualdad de género son más fuertes y, sobretodo, más resistentes a la crisis – beneficio que adquirirá cada vez mayor importancia en los años de cambio profundo que vienen para la economía mundial. 

La ausencia de las mujeres de los puestos y procesos de toma de decisiones pone en peligro nuestra capacidad de cumplir con las metas que nos hemos planteado en un sin número de conferencias, foros y asambleas global y regionales.  La Agenda 2030 es solamente la expresión más reciente de estas metas, que desde la perspectiva de género, existen en su totalidad desde la adopción de la Plataforma de Acción de la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer, celebrada en Beijing en el año 1995. 

Desde distintas ideologías y perspectivas, las mujeres líderes eluden los estereotipos culturales que prefieren a los hombres en los puestos de poder.  Pero observamos una tendencia creciente del acoso y la discriminación contra las mujeres en puestos de autoridad. En este contexto,  adoptamos el año pasado la Declaración sobre la Violencia y el Acoso Políticos contra las Mujeres, con miras a llamar la atención a las múltiples manifestaciones de acoso y violencia sufridas por las mujeres en el ámbito de la política, y hacer un llamado para prevenir, atender y sancionar estos delitos. 

Las mujeres en puestos de liderazgo, que así lo deciden, son una fuerza imprescindible para defender la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. Pero demasiadas encuentran todavía barreras para defender una agenda de género desde sus posiciones de poder.  Es hora de que implementemos las reformas políticas e institucionales necesarias para que las mujeres – poderosas y empoderadas, en toda su diversidad – puedan liderar un proceso de fortalecimiento institucional que contribuirá a la consolidación de la democracia y al desarrollo sostenible en el hemisferio.”

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Estas son las palabras de Carmen Moreno, Secretaria Ejecutiva de la Comisión Interamericana de Mujeres, en el Encuentro “Mujeres Cancilleres de las Américas: Perspectivas para el empoderamiento de la mujer en las Américas”. El encuentro se celebró el martes 14 de junio en Santo Domingo. 

“Entre otros acuerdos, la Carta Democrática Interamericana reconoce la importancia de la plena e igualitaria participación de las mujeres en las estructuras políticas de sus respectivos países como elemento fundamental para la promoción de la democracia. En este sentido, el estado del ejercicio de los derechos políticos de las mujeres de las Américas, en toda su diversidad, es un termómetro de la legitimidad, calidad y efectividad de la democracia y la gobernabilidad en las Américas.  La legitimidad de la democracia depende de la capacidad de las instituciones públicas de generar las condiciones para la plena ciudadanía integral de las mujeres – es decir el ejercicio sustantivo de sus derechos en condiciones de igualdad y no discriminación.  

Las cifras dan cuenta del grado de exclusión de las mujeres en la vida política y en particular de los cargos de poder y de toma de decisiones político: en ningún país de las Américas las mujeres ocupan un tercio de los cargos -simultáneamente- en las más altas instancias de los tres poderes del Estado: legislativo, ejecutivo y judicial. Una mirada amplia a las cifras sobre la participación, y en particular el liderazgo, de las mujeres en la vida política en presidencias, gabinetes ministeriales, altas instancias del poder judicial, cortes electorales, partidos políticos, empresas públicas, sindicatos, etc. nos señala que el espacio público – y por ende los procesos de formulación, implementación y seguimiento de las políticas públicas – continúa siendo un ámbito predominantemente masculino.  

Como destacó la Presidenta Bachelet el año pasado en el Foro “Las Mujeres en el Poder y la Toma de Decisiones: Construyendo un Mundo Diferente,” cuando una mujer llega a la política, cambia esa mujer. Pero cuando llegan muchas mujeres, cambian la política.  El Llamado a la Acción de este Foro destacó que, “Al ritmo del progreso actual, se necesitarán 81 años para lograr la paridad de género en el lugar de trabajo, más de 75 años para alcanzar igual remuneración entre hombres y mujeres por el mismo trabajo realizado; y más de 30 años para lograr el equilibrio entre mujeres y hombres en los puestos de toma de decisión.” 

Si pretendemos que el siglo 21 sea de las mujeres, no podemos esperar otros 80 años para lograr la paridad. La ausencia de las mujeres de los puestos de toma de decisión no es una debilidad meramente simbólica. Existe ya amplia evidencia de que las economías de los países con mayores niveles de igualdad de género son más fuertes y, sobretodo, más resistentes a la crisis – beneficio que adquirirá cada vez mayor importancia en los años de cambio profundo que vienen para la economía mundial. 

La ausencia de las mujeres de los puestos y procesos de toma de decisiones pone en peligro nuestra capacidad de cumplir con las metas que nos hemos planteado en un sin número de conferencias, foros y asambleas global y regionales.  La Agenda 2030 es solamente la expresión más reciente de estas metas, que desde la perspectiva de género, existen en su totalidad desde la adopción de la Plataforma de Acción de la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer, celebrada en Beijing en el año 1995. 

Desde distintas ideologías y perspectivas, las mujeres líderes eluden los estereotipos culturales que prefieren a los hombres en los puestos de poder.  Pero observamos una tendencia creciente del acoso y la discriminación contra las mujeres en puestos de autoridad. En este contexto,  adoptamos el año pasado la Declaración sobre la Violencia y el Acoso Políticos contra las Mujeres, con miras a llamar la atención a las múltiples manifestaciones de acoso y violencia sufridas por las mujeres en el ámbito de la política, y hacer un llamado para prevenir, atender y sancionar estos delitos. 

Las mujeres en puestos de liderazgo, que así lo deciden, son una fuerza imprescindible para defender la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. Pero demasiadas encuentran todavía barreras para defender una agenda de género desde sus posiciones de poder.  Es hora de que implementemos las reformas políticas e institucionales necesarias para que las mujeres – poderosas y empoderadas, en toda su diversidad – puedan liderar un proceso de fortalecimiento institucional que contribuirá a la consolidación de la democracia y al desarrollo sostenible en el hemisferio.”

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